Otra vez
Este parpadeo relampagueante
Este abigarramiento de mi espíritu arrugado
y maltrecho
Este silencio eléctricamente inestable
Este sinsabor eterno
La amargura acecha en cada rincón
En forma de joven mujer
Y esa mujer no soy más que yo
Otra vez
Ante el espejo
Cierro los ojos
Otra vez
Otra vez
El hastío verdoso y corrosivo
El martillo, la llama, el guiño
La flecha infectada
de un ángel maldito
Me dejo llevar por el espasmo,
como la pluma llevada por la nube
tormentosa.
Y mientras tanto, no reposa
nunca mi alma adormecida.
Sin suficiente valor para la rosa
pero tampoco quietud
para la calma advenediza.
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