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miércoles, 6 de septiembre de 2023

Las Salas de la Cobardía

 

Hoy escribo, por no gritar

Hoy escribo, por no llorar

Hoy escribo, para denunciar

Porque si no me saco esta espina

me temo que me voy a envenenar.


Hoy escribo sobre un zoológico

de animales variopintos

con los que he convivido

en un contrato temporal.


Y que venga mi señor Quevedo

a quejarse de las narices de su amigo

que tengo yo narices más largas

entre estos de mi oficio.


Tienen todos unos aparatejos

en las manos, de lo más curiosos.

Que ni siquiera saben utilizar.

Iphones”, los llaman.

Con ellos les gusta juguetear.


Tenemos al gerifalte máximo,

varón de renombre,

a quien todos obedecen sin rechistar.


Si bien tiene nombre angelical,

su sonrisa zorruna bien lo puede delatar.


Cuatro hienas tiene a su servicio,

aves carroñeras, codiciosas, nada más.

Desde niñas aprendieron a usar de retrete,

las cabezas de los demás.


Los más de ellos, fundamentalmente,

compuestos de gallinas están.

Algún asno también he visto,

un asno hipersexual

(¡o dos!).


No nos debemos de olvidar,

de la señoritinga Jirafa,

que de tanto mirar hacia arriba,

ansiada cúpula de los poderosos

ha metido los pies entre la lama.


No es de extrañar, pues,

que en semejante jaula,

apeste a boñiga cada cierto tiempo,

dudo mucho que sepa cuidar,

cada animal de su avituallamiento.


Y en este apestoso acuario,

laboratorio de disección,

experimentan con jóvenes

inteligencias.


Y les roban la dicha,

y les roban el alma,

hasta las ganas de vivir.


Desconocen estos seres,

(¡y menos mal!)

que la poesía es un arma cargada de futuro.

Y no lo digo yo.

Lo dice mi compañero de profesión.

Gabriel Celaya, querido mío.

No sabe esta gente, como tú sabías,

que cobarde y maldito es aquel que no toma partido.

Partido hasta mancharse.


sábado, 8 de octubre de 2022

La chica invisible

 Muchas veces me han preguntado (o más bien, he oído preguntar) 

por qué escribe un poeta. Por qué trova un escritor. 

Yo no tengo una respuesta. Simplemente, no puedo dejar de hacerlo, 

igual que no puedo dejar de respirar. 


La Musa (o la Parca, que en estos menesteres hace poca distinción )

a menudo me encuentra en los lugares más insospechados, 

menos literarios, más dolorosamente anodinos. 

Sin tinta ni papel, aparece y graba en mis neuronas 

impresiones tan imprecisas, y tan reales, 

como puedan ser las tuyas. 


Me sorprendo entonces 

intentando hallar el verso más certero 

la palabra precisa, 

como un arquero que busca en su carcaj

la punta de flecha más afilada.


Existo, pues, en poesía. 

Y la poesía existe en mí. 

Estoy traspasada de poesía. 


Y por eso, poco me preocupa 

el astillado banco donde hoy

me he convertido en la chica invisible. 

Un sauce llora su verdura a mi alrededor,

los invitados celebran que, 

una noche más, 

siguen vivos. 


Atiendo así, en primera fila 

(¡privilegiada posición!)

al espectáculo de los siglos

y las generaciones. 

Padres y madres, hijos e hijas,

nietos, sobrinos, primos, amigos.

Contentos de haber esquivado la guadaña

un día más. Un año más. 


Se ceban en las desgracias de los ausentes,

se regodean en las heridas de los espíritus, 

recordándose así que, al menos, no son ellos 

los damnificados. 


Sonríen felices entre los velos de su ilusión, 

en este escenario permanente que es la vida, 

comentando el futuro, el pasado, el presente. 

Como si alguna vez alguno de ellos (de nosotros)

hubiera tenido algún control sobre el tiempo. 


Nadie repara, pues, 

en una muchacha de vestido floreado

que come, parsimoniosamente, una bolsita de papas

deleitándose en el palco que ha conseguido para la función. 


¿Por qué iban a hacerlo?

Solo es una chica. 

Una chica invisible. 

Que sueña imposibles a la sombra de un árbol.

Que vive herida de literatura. 

Que cada día, como todos los demás actores, 

le gana una batalla a la Parca (¡rara Musa!).


"Buenas tardes"

"Todo bien"

"Muy contenta"

"Bonita velada"

"¡Cuídate!"












viernes, 10 de diciembre de 2021

Astronomía básica: historia en tres actos inspirada por una canción popular

PRIMER ACTO 

Cuando nací, me dijeron 
que yo era Catalina, como la luna 
y que orbitaría para siempre en torno a algún Lorenzo. 

La luna es frágil, la luna es tierna. 
Solo refleja la luz del sol. 
Es un mero receptáculo, 
un espejo de gloria ajena. 
Y esa es su función 
en el pequeño universo de algunas personas. 

Durante años, ejecuté a la perfección 
mi papel de reflejo solar. 
¿Cómo no iba a hacerlo? 
Así ha sido desde que me trajo al mundo
una ninfa inalcanzable de melena dorada
y me puso a orbitar a su alrededor. 

Pálido reflejo de luz impropia. 
Eso soy, eso he sido. 
Eso fui. 

                        *** 

SEGUNDO ACTO 

Tuve un sol, un Lorenzo. 
Mi sol. 
Eso creía yo. 

Nadie puede enjaular 
a los soles. 
Audicioné para ser 
su Catalina. 
No me concedieron el papel
Yo le seguí orbitando, 
porque era el único centro de gravedad
que había conocido. 

Pero todos los soles se apagan. 
Las estrellas no son eternas. 
Algunas son fugaces, 
otras milenarias. 
Siempre se extinguen al final. 
Y un agujero negro 
apareció en el lugar 
de mi Lorenzo. 

Los soles se adoran a sí mismos. 
Existen por eso, esa es su razón de ser.
Su onanismo existe para inspirar 
al resto de cuerpos celestes que los orbitan. 
Los soles no sienten. Solo son soles. 

                         ***

TERCER ACTO 

Catalina tiene un nombre aprendido, 
una órbita pequeña, y aburrida. 
Catalina no quiere ser Catalina. 
La luna no quiere ser luna. 
Yo no soy 
quien me enseñaron a ser. 

Luna Catalina se despoja de su traje 
de seda plateada. Es tremendamente vulgar, 
de todas formas. Como una bola de discoteca
con cráteres. Y se contempla. 

Desnuda. Completa. Oscura. 
Múltiple. 

Nunca fue Luna. 
Nunca se ha llamado Catalina. 
Ahora lo ve. 

Recuerda a las ninfas
con las que se crió. 
Y ahora, se ríe.

Porque las ninfas tenían el sol en el cabello
pero ella, involuntariamente disfrazada
durante tanto tiempo, 
alberga en su interior una galaxia entera. 












miércoles, 1 de septiembre de 2021

Home, interrupted (reboot de la película de 1999)

 Bienvenidos a su casa de ensueño,

donde se nos ha detenido el tiempo

a las seis y veintisiete (nunca sabremos 

si de la tarde o de la mañana). 


Aquí no hay trapos sucios

porque no los enseñamos. 

Esta es su casa de ensueño 

y así se la vendemos. 

Aquí vivimos 

en instantáneas y vídeos. 

No rigen las leyes físicas 

del espacio y del tiempo. 

Usted contemplará 

flamantes gemelos bronceados 

rebozarse en la piscina. 

Aquí siempre hace sol, 

aquí solamente hay risas. 


Nadie graba 

los cuartos abarrotados, 

polvorientos, porque no cuadran

con la imagen del programa. 

No van con nuestra filosofía. 

Necesitan una capa de esmalte. 

Brillante y rojo. 


El monstruo que gruñe

en las entrañas del tiempo. 

Ese monstruo

tiene hambre. 

Está escondido, y está solo.

Detesta los focos, 

y los relojes sin pilas. 


Tiene la piel blanca 

llena de grietas, 

y los ojos negros 

llenos de dolor. 


¿Quién será el que libere al monstruo 

de ese hogar interrumpido? 


Volveremos después de la publicidad. 








jueves, 27 de mayo de 2021

Ruptura

Rotura. Pedazos de mí, flotando 

en el espacio sideral. 

Jamás degusté lágrimas tan amargas.

Fuiste el sol de un agujero negro

que había olvidado que fue supernova. 


Retales en sepia, y a todo color.

No sé cuáles son los verdaderos. 

Encontrar la verdad entre tanto dolor

es mi décimo tercero trabajo. 

Una aguja inmaterial 

en un pajar de sueños deshechos. 


Tú dabas nombre a mi vida, 

dabas razón a mi existencia. 

Un Edén lleno de pecados originales.

Pureza primigenia. 

¿Qué queda después? La nada.

La nada más absoluta.


¿Fui Eva? ¿Fui Lilith?

¿Fui ingenua serpiente 

hambrienta de fruta nueva?

¿Fui tu costilla? ¿Fui madre

de dolores sin final? 

Cierro los ojos, y aún te me apareces

en el hermoso jardín que nos fue dado.

Hojas lustrosas, fuertes tallos, 

el brillo virgen de una manzana 

jamás probada.


Cierro los ojos, y la mujer que fui 

yace entre cenizas y llamas. 

En el centro de mi nido, 

jugan el dragón y el albatros. 

Vuela, vuela lejos, 

pájaro marino. 

Tus entrañas son 

fuego hecho carne. 

Lilith te guía en tu viaje. 

No se puede domar a un dragón. 

No se puede cazar un albatros. 

Solo se puede intentar entenderlos. 

Quizá en sus erráticos 

giros aéreos

regresen a su patria perdida. 

Una supernova supurante de luz. 








sábado, 8 de mayo de 2021

Picnic

 Siento un sol en mi pecho,  

electrizando mis entrañas.

Por primera vez, no me cuesta ser yo. 

Por primera vez, no me duele ser yo, 

y no tiño de surrealismo de mis poemas. 


Esta no es una estampa absurda. 

Esto no es Fernando Arrabal. 

No es denuncia política, ni crítica social, 

de ningún tipo. O quizá sí, porque lo personal 

también es político. De alguna forma


Es un boceto sencillo. 

Es una escala mayor, 

sin sostenidos, ni bemoles, 

ni arpegios apagados. 

Es la vida misma. 


No sé cómo no me di cuenta. 

Solamente había que unir los puntos. 

Cerrar los ojos, dejarse caer 

en unas manos amigas. 


Ningún ideal tiene valor, si para alcanzarlo se rompe la amistad. 


Láminas verdes, como vegetales copos de miel, 

rociados de luz, caen a mi alrededor. 

Mis mechones se enredan con la brisa. 

A veces es lícito mostrarse frágil. 


Sol fuera y sol dentro de mí.

Prima - vera: 

veo de verdad por vez primera.


Siento las dudas, y no me escuecen. 

La luz cura mis heridas. 

Las briznas de hierbas son un bálsamo

para mi alma. 


Y dos iris de vidrio tintado, 

¿qué miráis? 

Agua en calma. 

Paz en tiempos de pandemia. 

Una tregua. 


Instantes perfilados por la certeza, 

y no por la sed. 

Ajena a mí quedaron las ansias de algo eterno, 

algo etéreo, algo espiritual. 

Existe una rara identidad entre el espíritu y la carne.

Pero solo la ves tú. 


Tú, desconocido, 

tú, encontrado, 

tú, rosal de bondades sin nombre. 

Delicia de las yemas de mis dedos. 

Ensoñación jamás soñada. 

Camino por recorrer. 

Tinta de mi voz, llena de pétalos. 

Esencia revelada. 


No deseo la hipnosis, 

el relativo consuelo de los fármacos. 

Deseo vivir, con todas sus consecuencias. 


A veces, vivir es solamente, 

un picnic bajo un árbol en un parque cualquiera, 

con la luz del sol dorándonos las pestañas. 











domingo, 18 de abril de 2021

Entre dos lunas

Españolito que vienes
al mundo te guarde Dios.
una de las dos Españas
ha de helarte el corazón.
(Antonio Machado, Españolito)





Una no debe olvidar nunca sus raíces 
ni perderlas. 
Se habla mucho de ello estos días, 
en este raro siglo, 
en esta década extraña. 

¿Cómo puede una perder algo que nunca tuvo? 


Campos de Castilla me acogen. 
Huertos de naranjos me miman. 
Caminos salpicados de retama 
me mecen entre los pétalos 
de un diente de león. 

Migrar. Emigrar. Inmigrar. 
En mi cómoda clase turista 
no siento en peligro mi vida. 
No soporto las inclemencias del mar.
No vivo si la bonanza del clima lo permite. 
Como tantos, tantos, tantos otros. 
A los que nosotros, insolidarios, 
inhumanos, miserables, 
les volvemos la espalda. 

Voces enlatadas 
Transporto mi vida entera
en cuatro ruedas
y un arcón de plástico. 
Nadie ríe, nadie llora. 
Nadie ofrece una mano amiga. 
Inhumanidad pura. 
Verdadera misericordia 
en la Puerta de Atocha: todos 
somos pobres, avaros, de corazón. 

Y así se pasan los años 
cruzando una península, 
desde las altas cordilleras 
hasta la orilla. 
Donde nací. 

Allí, allí naciste, no lo olvides. 
Mala patriota. 
Olvidáis, olvidáis todos, 
que los últimos patriotas 
murieron hace casi cien años. 
Algunos, falsos guías, 
se construyeron un mausoleo. 
Otros, poetas malditos, 
crían malvas en las cunetas. 
¿Quién, en su sano juicio, 
sería capaz de cualquier 
noble sentimiento, 
idealismo veraz, 
en este raro siglo, 
esta extraña década?

Pero la luna, ¡ah, la luna!
La luna es la misma en todas partes.
Huela a musgo y roca, 
o a azahar y limón. 
Se deshaga en escarcha 
o en espuma de mar. 

Así pues, si una de las dos lunas 
habrá de congelarme el alma, 
si habré de elegir muerte 
por garrote vil o por metralla, 
elijo no elegir. 

Sobrevuelo ahora 
murallas, montañas nevadas, 
raíles, vagones, 
cansados sombreros, 
muecas de cansancio, 
vibrantes sabores 
mediterráneos. 
Puestos a elegir, 
como en un juego, 
elijo una luna 
que también sea aceituna.