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sábado, 19 de octubre de 2019

Bicho raro

Yo nací bólido,
en una familia de caracoles,
en un tierno bosquecillo
donde no había sitio para las rarezas.

Cuando mis padres recibieron
la visita de un helicóptero
en vez de la acostumbrada cigüeña
intuyeron que algo no iba demasiado bien.

Abrieron mi caja,
 venía con manual de instrucciones,
pero al no saber leer
aquellos signos raros
como basura lo desecharon.

No encontraron la esperable concha
ni un cuerpo blando y viscoso,
sino todo lo contrario:
un reluciente coche de carreras en miniatura
pintado de rojo metálico, con las llantas nuevas.
Se miraron perplejos, y asumieron
que los del papeleo se habían vuelto a equivocar.

A las 8 de la mañana del lunes, don Caracol
estaba plantado en la puerta
del ayuntamiento inséctido.
El alcalde, una oruga rolliza,
tenía cosas mejores que hacer.
En el bosque aquel día no se hablaba de otra cosa
que de aquella familia que había empadronado
un hijo de metal y plástico.

Crecí comiendo hierbas y bichos,
mi motor intentó hacerlos combustible
sin éxito.
Me convertí así en un aparato enfermizo,
débil, y sin remedio.

Poco más tarde llegó a la familia
el deseado hijo caracol.
Ese no les daba tantos problemas,
no tenía tuercas, ni engranajes,
ni frenos ni parachoques.
Era conocido y sabían manejarlo.

Busqué por todo el bosque
algún destello de carrocería
o unas luces anti-niebla.
Nadie sabía lo que era acelerar,
ni había oído hablar de espejos
o lunas traseras y delanteras.

Nací bólido en una familia de caracoles
por eso huí del bosque en cuanto pude
por la primera autopista que encontré
y fundí rueda, sin mirar atrás.



viernes, 18 de octubre de 2019

Pajarillo

- Inspirado en el personaje Sansa Stark, de la serie televisiva Juego de Tronos -

Me han llamado de mil maneras
Me han dado mil nombres
Pero solo uno es verdadero
Solo el que me dieron al nacer

Han alabado mi belleza,
mi inocencia,
mi cabello rojo como el sol
mi rostro, de nívea claridad
mis ojos de hielo frío,
mi corazón dulce, convertido en piedra.

Nací en verano y sin embargo,
sé que el invierno se acerca.
Siempre nos está acechando,
y la manada debe estar en guardia.
Nací entre tibias pieles,
me crié en un cálido hogar.
Y soñando con el lujo y la grandeza
abandoné el único lugar que he amado.

Me llaman Lady Baratheon,
Lady Lannister, 
Lady Bolton.
Siempre atada al blasón de otro,
con el helado fuego de Invernalia
ardiendo por mis venas.

Me han llamado pajarillo, palomita,
dulce niña, princesita.
Todos mis nombres destilaban
ponzoñosa bilis verde.

Me llamo Sansa Stark.
Así es como me llamo.
Nunca he tenido otro nombre,
ni otro apellido, ni otra casa.

Quise ser reina de un rey,
luego, lady de un lord.
Después quise vengarme,
pero actué desde el corazón,
y acabé atrapada de nuevo.

Hoy, solo quiero ser yo.
La cándida niña que ha crecido
de tantas palizas que le han propinado
y tantas pujas en las que la han vendido.
No quiero ser herramienta de poder,
ni llave de ningún norte.
No quiero llamarme "esposa" de nadie.
He tenido suficiente.
Y el norte, como yo,
se merece por fin tomar sus propias decisiones.




martes, 15 de octubre de 2019

Un viaje rápido

Me pregunto que sentirá la paloma distraída 
En el momento exacto
En que una pluma se libera de su piel
Suave, finísima, rosa esta
Ligera, volátil, blanca aquella 

¿Notará, en su vuelo raudo, 
La minúscula fracción de pérdida
Que en su cuerpo se produce? 
Mirando atrás, un solo momento, 
justo para decir adiós a esa excrecencia
Que fue suya, y ahora es mundo.

¿O por el contrario, ni siquiera 
Percibirá esa pequeña mutación 
Ese cambio que, para el resto, 
Ni siquiera existe, pero
Para ella, es una parte de sí? 

Quizá agradezca haberse deshecho
De esa carga largo tiempo arrastrada,
Enganchada a su frágil vida 
Bebiendo del rojo alimento que la nutre 
Pendiendo del nacarado filamento 
para cubrir su cuerpo desnudo. 

La paloma no puede detenerse.
El vuelo exige atención completa
Migra hoy con sus compañeras
Hacia donde pueda mudar 
sus plumas sin enfrentar la muerte.



Y esa pluma,
invisible vestido 
del último rayo de sol, 
flota y se balancea, lanza un guiño, 
silba y desciende, en graciosa danza,
toca el suelo, suspira, expira, y su muerte
provoca un terremoto que asusta a las hormigas.







Insólito

A veces, cuando abro la boca,
no me sale la voz.
Mi médico dice que es
una patología bastante común.

Otras veces
mis labios desaparecen,
se hunden en mi rostro
como un guijarro en un cubo de agua.
Nadie sabe de esas veces,
me da vergüenza.

Cuando esto me pasa
me dejo absorber por el papel floreado
de las paredes de mi vecino metrosexual.
Salto entre las gardenias, azaleas, rosas
violetas, lirios, margaritas,
sin despeinarme si quiera.

Si me canso del jardín pintado
me reúno con los ácaros del suelo.
Y juego a ser un enanito por un día.
Me saludan con un zumbido las abejas
las mariposas, con orgullo, me vuelven las alas
me muestran sus colores las libélulas
me tejen un velo de sol las arañas.

Ha empezado a llover,
y debo encontrar algún sitio para resguardarme.
Todos los pájaros han vuelto a sus nidos
con las alas empapadas.
Sacudo los brazos y grito con todas las fuerzas
de mis pulmones microcóspicos.
El planeta parece ahora convertido
en un sepulcro.

Entre el barullo del diluvio
se me acerca una mosquita
tan chiquita como yo.
"No es que nadie quiera ayudarte,
bonita,
es que, como eres tan pequeña,
nadie puede escucharte".


domingo, 6 de octubre de 2019

El gusano

Vomitó sus entrañas para convertirse en mariposa.

¡Dios, qué buen vasallo! ¡Si tuviese buen...!

Cuando don Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid, llegó a casa después de un largo y trabajoso exilio, doña Jimena sonreía alegremente porque ya se había encargado ella de solventar el conflicto con el rey Alfonso, al que tenía convenientemente escondido bajo el lecho conyugal.

Rosencrantz y Guildenstern

saben que Ofelia no se lanzó al agua ella solita. Pero en Elsinor no tenían departamento de violencia de género, y tampoco había necesidad de cabrear al príncipe.

Homicidio

Había sido la mujer más hermosa del mundo. Hasta que dejó de serlo.

Nocturno de neuronas invisibles

Las cruces de mi espejo
Tienen los días contados
Porque ya no dejo a las arañas
Subir por la barandilla de la escalera.

Los complicados puzles sentimentales
de mi pastel de cumpleaños
se están oxidando en las fotos
de los álbumes de color sepia.

Ninguno de ellos tiene razón
y sin embargo
todos saben que es verdad.

Las huellas del gigante se han quedado
clavadas en el cemento
en el que planté mis hortensias.
Mira que las cartas ya decían,
que no era buen momento.

Esta llave que dicen que lo abre todo
se quiebra como el cristal cada
vez que se estrella una lágrima
contra el suelo.

Desde ahí arriba me están mirando
los insensatos talones de los calendarios
que se han empeñado en seguir pasando.

Yo les hablo
o más bien les ruego
en un idioma extraño
que ni mi propia lengua entiende.

Cuando intuición e inspiración deciden
fumarse mis intentos en pipa
yo devoro su humo a bocanadas.

Soy un pez que pierde la vida
en burbujas sin nombre.


viernes, 4 de octubre de 2019

En casa


El silencio solía ser
ese lugar incómodo
donde uno excavaba agujeros
para esconderse.
No ahora, que conozco tus labios,
y han convertido el silencio
en ese colchón
perfumado de hogar
donde resguardarse del frío.

Tenían que llegar
tus párpados curiosos.
Tus pupilas tenues
apenas dibujadas en el fondo
de tu iris marrón.
Tenías que hablar
con palabras precisas
para darle el nombre a todo.

Pasarían, ¡y quién lo diría!
deliciosas tardes eternas
cobijados entre las páginas
de una fantástica historia.
Mientras rugen las burbujas
del café recién hecho.

Has parado todas las espadas
y bebido todos los venenos
solo por mí.
Convertiste tus brazos
y tu voz experta
en el escudo que me protegería
de todo.

Aquí estoy, una vez más, 
asomada al terrible pozo negro 
y mis piernas cuelgan por el borde. 
Pero oigo tu voz
una voz amiga
una voz amable: 
mi casa, mi familia. 
Y dices: ya está, soy yo, 
ya ha pasado todo, 
no hay nada que temer.