Vistas de página en total

martes, 3 de marzo de 2020

Esto no es una película, pero ojalá lo fuera

Tú estás ahí, hojeando tu libro.
Delante de mí.
No sabes quién soy,
y no te das cuenta
de que me sé de memoria
todos los pendientes que llevas.

Me pregunto si hay forma posible
de mezclar pintura en una paleta
para llegar al color de tus ojos.
Una mezcla de aguamarina y hierba.

No sé cómo decirte,
porque nunca he hablado contigo,
que se me corta la respiración al verte.

Me cuesta asumir que eres humana.
Y te he visto estornudar, y bostezar.
Frotarte los ojos por el sueño.
Pero tu piel marfileña dice lo contrario.

¿Cómo te puedo hacer ver que existo?
Tú estás en tu Olimpo particular.
No atiendes a los deseos de los mortales,
porque no necesitas saberlos.

Me gustaría decirte:
¿Cómo estás?
¿Puedo ayudarte?
¿Qué necesitas?

Pero tu flamígera cabecita nunca
se gira hacia mí.
Tienes bastante con tus libros.

No te culpo.
Es probable que solo en ellos
encuentres consuelo al tedio del mundo.

Seguiré tirando monedas al pozo de tus pupilas,
rezando (y nunca rezo)
para que te fijes en mí.
Aunque solo sea un momento.

Si esto fueran los 50,
yo sería Bogart y tú Bergman,
yo Grant y tú Hepburn,
o Garland, o Loren, o Taylor.

Pero esto es una biblioteca,
tú eres una alumna que lee,
y yo otra que escribe un poema.