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martes, 5 de noviembre de 2019

Declaración de intenciones

Yo quiero un arte sucio
que refleje la injusticia
que nos une a todos.
Quiero que esté
repleto de vísceras,
desbordantes, olorosas,
y que esté tan rojo,
y ahumado y mugriento
que duela.

Quiero que las arterias
latan con tanta fuerza
que se despeguen de los huesos
y que prendan fuego a las venas.
Quiero que el arte levante
ampollas imperecederas,
que nos molesten a cada momento
tanto, que no podamos
sino actuar en consecuencia.

Yo quiero un arte sincero
como el mar
como la hierba.
Que no sea negro ni gris,
sino una blanca y suave vela
que se erice de placer al sentir
el oleaje hinchando su tela.

Que sea sencillo, natural
como nacer, como morir,
o caminar, saltar, correr,
como hablar, como dormir.

Y sin embargo, yo quiero

Yo quiero un arte manchado,
teñido del mundo hasta la médula.
No podría ser de otra forma.
Porque si los humanos creamos el arte
fue para espantar a las fieras.