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martes, 13 de octubre de 2020

He soñado que vivía

 He soñado que vivía

Tú estabas allí. Atardecía

Con un dulce sabor a fresa en la boca


He soñado que vivía

Tú me explicabas

Los secretos de la corola 

Yo me arrodillaba y soñaba

 sueños de otras vidas


He soñado que vivía

Se me enfriaba el café con leche

Un pájaro rompía trémulo la luna

Un actor escupía sangre en la televisión


No, por favor. Aún no

La mesa de operaciones

Ojalá apartaras de mi este cáliz

Lo harías si me quisieras 

Como te quiero yo 


Somos dos estrellas que no se miran nunca 

Echo de menos nuestro baile voraz 


¿Sabes quién soy? 


Jugaremos algún día

A escalar las pirámides. 

miércoles, 8 de julio de 2020

Oda a la amapola


Como la humilde margarita de corola blanca y frágil tallo 
me estuve queda entre las briznas de hierba. 
Como el vulgar diente de la africana fiera 
oculté el corazón al sol de mayo. 

Fueron mis amigas aquellas hierbas silvestres
despreciadas por todos los raudos conductores, 
los viandantes, sin embargo, encantadores 
encuentran los tachones de color en los arcenes. 

Casi nadie, con las prisas, ya se detiene, 
a observar el color, a admirar el vuelo, 
de una falda roja sobre un cuerpo verde, 
y una tiara negra que encubre deseos. 



"No soy majestuosa ninfa del estanque", 
le digo a quien quiera escuchar. 
"Nenúfar y lirio, los aborrezco, 
no saben una tarde animar"

"No perfumo dormitorios, 
y en la adversidad florezco. 
Dicen que soy una ingrata"

"Pues, cuando me arrancan
del suelo perezco, 
que yo no soy rosa o lavanda."




Abres tus ojos al mundo 
en un microinstante perfecto.
Armónica sinfonía de aire rojo. 
 
Amapola, no te sobra un pétalo
Amapola, tu llanto oscuro
traerá esperanza a este mundo nuestro.





jueves, 2 de julio de 2020

El clavo

Quien tiene un clavo, tiene un tesoro
Tiene una razón por la que levantarse por las mañanas
El clavo no crece, no hay que regarlo
Su cabeza enrojece con el tiempo
Su punta pierde filo
Y sin embargo, todos los días, lo clava el obrero.
Sin descanso lo clava en su madero. De carpintería, nada sabe
De la vida, lo que el clavo le enseñó.

El clavo es tenaz, persistente.
No se lo llevan el agua o la carcoma.
El óxido le da caché, el hongo lo escala.
Le trepan sus esporas el ralo cuerpo.
Y sin embargo, ahí sigue.
No se derrumba.
No cede ante la caries cronológica.
La terrible verdad de la vida, y la única que existe.

Recibe digna y humildemente, cada mañana,
el martillazo certero sobre su cerviz. Silencia el aullido interminable que le late En lo más profundo de su coraza metálica. Lo golpea el obrero sin descanso. Paciencia y sumisión, encuentra rebeldía en la resistencia. Y cierta complacencia morbosa. Una y otra vez, implacable. Una y otra vez, el clavo dura. Hasta que. Hasta que.

 ¡Oh! Su endeble tronco se ha torcido.
Las vértebras se doblegan mirando el madero. El clavo finalmente ha cedido. Inclinado vilmente, como el es-clavo que siempre ha sido, acepta su inevitable tragedia.
 La mano, que debería abrazarlo con maternal calidez, lo agarra y lo lanza lejos, muy lejos, con un simple giro de muñeca.

 Otro más nuevo, más reluciente, saca pecho en primera línea para ocupar su lugar. Es el nuevo Clavo, lleno de energía y vitalidad, dispuesto a comerse el mundo.e

Se traga entonces el primer centímetro de madera, y luego el siguiente, y escupe astillas. Es consciente, entonces, de que está condenado a padecer el mismo triste, eterno, destino que todos los anteriores.

sábado, 27 de junio de 2020

Haiku vulnerable (¿vulnerado?)

Perdida en medio de una rosa sin nombre Y cada pétalo que cruzo es un dolor Mal de lenguas cortadas: Frágil flor, se te acaba el verano

domingo, 31 de mayo de 2020

Palabra, deconstruida




Todo me parece austero, juvenil, pueril, destrozado, escantifántico, glandular, esbriozador apalabroso escandiente hostil amenazante apuntado punzante punzantemente apuntado y hermético, sensacional no como fantástico sino como multitud de sensaciones simultáneas. Violento, y sensual.
La sensualidad es artística y a veces tan violentamente artística que se hace histriónica, poética, mortalmente agresiva.

Esbrozar, desbrozar, esbozar
Membrar, Desmembrar
Asquiescenmentizar: dícese de la acción de reflexionar sobre la complejidad inherente a la existencia 
Zarzeantina: sinuosidad o movimiento presente en una danza
Purioriundo: aparentemente puro, pero en realidad podrido y abundante 





Érase un desván


Miro adentro por última vez, y solo hay un desván polvoriento con paredes de cartón. Un desván que querría ser otra cosa.

El espíritu

El espíritu seco y enjuto asoma por la puerta su pie blanco. Se le transparentan los huesos rotos a través de la piel. Tiene huecos negros donde antes habrían estado sus ojos. Parecen pozos sin fondo. Se adentra en la casa arrastrando lo poco queda de él, con la mandíbula desquiciada y cicatrices por todo el cuerpo. Le falta un brazo.

El espíritu seco y enjuto avanza lentamente, extendiendo su única mano hacia la niña, que está sentada en el suelo frente a él. La niña sonríe. Hace tiempo fue su amigo, cuando no estaba seco, ni enjuto, ni tenía huesos rotos ni cicatrices.

El espíritu seco y enjuto acaricia con sus garras a la niña. Son como cuchillos sobre su blanda piel. Él gruñe. Ella ríe porque le hace cosquillas.

Entonces las clava, esas uñas negras, en su pecho infantil. Un corazón ha dejado de latir.

Silencio.

martes, 3 de marzo de 2020

Esto no es una película, pero ojalá lo fuera

Tú estás ahí, hojeando tu libro.
Delante de mí.
No sabes quién soy,
y no te das cuenta
de que me sé de memoria
todos los pendientes que llevas.

Me pregunto si hay forma posible
de mezclar pintura en una paleta
para llegar al color de tus ojos.
Una mezcla de aguamarina y hierba.

No sé cómo decirte,
porque nunca he hablado contigo,
que se me corta la respiración al verte.

Me cuesta asumir que eres humana.
Y te he visto estornudar, y bostezar.
Frotarte los ojos por el sueño.
Pero tu piel marfileña dice lo contrario.

¿Cómo te puedo hacer ver que existo?
Tú estás en tu Olimpo particular.
No atiendes a los deseos de los mortales,
porque no necesitas saberlos.

Me gustaría decirte:
¿Cómo estás?
¿Puedo ayudarte?
¿Qué necesitas?

Pero tu flamígera cabecita nunca
se gira hacia mí.
Tienes bastante con tus libros.

No te culpo.
Es probable que solo en ellos
encuentres consuelo al tedio del mundo.

Seguiré tirando monedas al pozo de tus pupilas,
rezando (y nunca rezo)
para que te fijes en mí.
Aunque solo sea un momento.

Si esto fueran los 50,
yo sería Bogart y tú Bergman,
yo Grant y tú Hepburn,
o Garland, o Loren, o Taylor.

Pero esto es una biblioteca,
tú eres una alumna que lee,
y yo otra que escribe un poema.

viernes, 28 de febrero de 2020

Úrsula

Vivo en una cueva en el fondo del mar, adonde van a parar todos los plásticos:  las pajitas, las compresas, las tiras que unen los paquetes de cerveza. Probablemente nadie recordará nunca mi nombre: Andersen ni siquiera me dio uno.  He permanecido innominada hasta finales de los 80
del siglo XX de la era de los humanos.

No sé si apareceré en algún documento de Atlántica, no sé si los tritonzuelos sabrán de mi tragedia. 
La leyenda urbana (si es que eso existe bajo el mar) dice que soy un monstruo obeso, oscuro como la noche, taimado como un remolino, con peligrosos tentáculos que te convierten en comida para anguilas. 

Las mareas vienen y van, el sol sale y se oculta, allá donde pueden verlo. No llega nunca la luz adonde viven los perseguidos por la ley.

A nadie le importa mi nombre. ¿Por qué iba a hacerlo? Soy un mero instrumento narrativo al servicio de la heroína. Una heroína bastante torpe, por cierto, si se me permite la licencia. Su papá no la enseñó a leer la letra pequeña de los contratos. Ahora está, bien felizmente casada, bien recorriendo el océano en forma de moléculas de oxígeno, según la versión que usted se crea.

Yo no soy mala. Ustedes creen que lo soy. A ustedes les han hecho creer que lo soy.

Yo no tuve ningún derecho al trono, aun siendo más sabia y más capaz que mi hermano. Solo cambiaba  lo que tenemos entre las piernas. Y ustedes se preguntarán, ¿cómo es posible que entre los sirénidos exista el patriarcado? Ea. Los humanos no lo han inventado todo.

Soy un pulpo, sí. ¿Y qué? Los pulpos tienen tres corazones. Uno para amar, uno para odiar, otro para seguir luchando. Los míos están gastados y remendados, pero siguen funcionando.

Estoy a gusto con mi feminidad, y eso es algo que no se puede decir de todo el mundo. Hay mujeres que se avergüenzan de ser mujeres. Hay sirenas que no quieren ser sirenas. No digo que esté mal. Al contrario. Pero, entenderán que una tiene que vivir de algo.  ¿Qué hay de malo en explotar las inseguridades de los demás? Ustedes lo hacen continuamente.

No soy más poderosa que mi hermano. ¿Cómo iba a serlo? Él tiene el instrumento, yo vivo en una caverna de pólipos. Pero, todo lo que tengo, todo lo que sé, todo lo que hago, me lo he ganado yo. Lo he logrado yo. Y a mucha honra. ¿Se han fijado en que su palacio parece un pene? Vaya con el sirenito, que quiere un falo. ¿Quién necesita un tentáculo cuando tienes ocho?

Si nadie está dispuesto a contar mi historia, la contaré yo misma. Si puede ser cantando, mejor. Tengo unas admirables habilidades vocales.





lunes, 17 de febrero de 2020

¿Cómo se dice "morena" en braille?

Morena, morenísima
Te desvaneces en el aire como un sueño

Eres ese acorde de guitarra
que refresca una tarde de verano.

Morena, eras,
ahora tienes la tez plateada
como un cuchillo.

Eras comprensible. Solías
serlo. Tu mandíbula
afilada
era tan legible como
un abecedario.

Ahora hablas otro idioma.
Te has disfrazado de alienígena.
El verde no te sienta nada bien.

Quiero poder leerte.
Aprehenderte,
captarte.
Analizarte.

Antes era tan fácil.

Dientes chuecos en una curva arriesgada.
Cejas imposibles, pozos con pupilas.
Estrellas en tu cabello de gitana.

Tenías nombre, y yo lo conocía.
Tu rostro tenía forma, y yo la sabía.

¿Por qué te has ido a Aviñón?
¿Por qué lo has hecho sin avisar?

Eres, sigues siendo, un vestido blanco
en una foto color sepia.

Me resigno a creer lo contrario.

Rasgado

Me voy

Me he ido

Mi silueta se ha recortado en el horizonte
Ha dejado un hueco blanco en la página

Soy ahora de palabras, y no de carne

Soy espacio vacío en un armario
para dejar tus vestidos.

Soy una habitación llena de posibilidades.

Estoy hecha de píxeles, soy una pantalla.

Quebrada de parte a parte.



Me voy
Me he ido


Ya no estoy.


La nostalgia es una salsa de aperitivo para ti.
Un accesorio, un filtro de Instagram.

Te la pones y te la quitas como un bolso nuevo.

La alienación te ha sorbido el seso.

Has perdido el norte y el sur.

Tu amor se mide en números de cuenta.


Ya no estoy, y tú ni te inmutas.

Soy una lluvia lejana en un país de nombre impronunciable.


Has rasgado mi vientre con tu manicura francesa.


Te has tragado la ira, y ahora eres verde.


Nadie lo ve. Pronto lo harán.

Regurgitarás bolas de pelo con residuos radioactivos.


miércoles, 12 de febrero de 2020

Hacia lo salvaje

A veces, se me mete algo en el ojo,
y mi retina se tiñe de un erotismo feroz.

Entonces, de repente, un talón desnudo,
una falda que vuela, la línea de un omóplato,
una mano que gira, una espalda nudosa,
emergen de entre la multitud llenos de encanto.

Las fragancias florales,
los pétalos enredados
entre las ramas,
las caricias fugaces,
involuntarias,
como el roce de un rayo de sol.
Todo configura un incomprensible cuadro,
un cuadro que se abstiene de toda lógica,
que mis sentidos degustan con deleite.

Las
muchachas
en
flor
(aquí verá el lector culto la referencia a Proust)
Ríen y suenan campanillas.
Los
jovencitos,
gráciles juncos,
las cortejan.

Y se piensan que no me doy cuenta de nada.

Cuando los contemplo,
vuelvo a ser.
Al menos, se me ofrece una remota posibilidad.
Me identifico con sus cuerpos llenos de vida.
Soy una de sus piernas rodeando una cintura.
Soy sus manos acariciando muslos.
Soy una humedad sin nombre
que mana de todas sus carcajadas.

Sus cosquillas me provocan una risa oxidada
pálida, mohosa.
Yo ya no estoy para estos trotes.

Y sin embargo,
al cruzar el portal
permito a mis párpados liberar las ensoñaciones
abrir las jaulas del deseo.

Entreveo, agazapada por el fulgor de los tubos de luz que parpadean
la sombra de una pantera que se relame
porque va a devorar al domador.

Corazón tan blanco

Que me perdone Javier Marías
y Shakespeare antes que él
por robarle el título de su novela
y una afortunada frase
que describe un estado del alma.

Corazón, me has hecho un agujero en el pecho
de tanto sangrar.
Tú, que eras blanco como la nieve pirenaica,
como la piel de un bañista anglosajón
que el sol no ha rozado en todo el año.

Te están saliendo ramas en las venas,
buscas luz y aire, buscas respirar.

Lo sé, a mí me duele tanto como a ti.

Corazón, aguarda un poco más
que me está cicatrizando la herida
y luego podrás romperme la piel de nuevo.

Yo te dejaré, como siempre.

Corazón, quien leyera esto podría pensar
que soy yo la víctima de tu rabia incontenible.
Pero no. No lo soy.

Soy tu cómplice.

Soy la dulce ala del ave que te preserva con su blancura.

Aunque lo hayas manchado todo.
Aunque lo hayas destruido todo.

Soy la caricia maternal que te guarda para cuando se te pase la rabieta.

Aunque me muerdas los pezones con los que te amamanto
hasta abrir bermejas fuentes que tiñen mi cuerpo.
Y que parecen pétalos de rosas caducadas.

Corazón, fuiste manso como cierva, como ramas de sauce
que caen llorando sobre el espejo fluvial.
Ahora, me haces daño con tus puntas.

Pero no importa. Porque yo lo consiento.

Me gusta ese dolor.
Disfruto ese dolor.
Son tus mimos de príncipe enfadado
Destronado por la suave reina Melancolía

¿Qué quieres que haga, Corazón?
Ya no sé cuántos gobernáis ahora mi pecho
Eras blanco y puro, y ahora eres negro
Te pudres de dentro afuera, y de fuera adentro

Frondosas espinas te salen de la boca
cuando me gritas.
Me atenazan la garganta.
Eres un hierro al rojo vivo.

Y sin embargo, cuando te veo
Agazapado al fondo de mi estómago
Esperando a que lo incendies todo
Te digo: "Sí"

Hazlo. Quémame. Abrásame.
Al fin y al cabo,
es mejor sentir tu dolor
que no sentir nada.

Al fin y al cabo,
solo así sé que estoy viva.