Carolina sabía que tenía nombre de reina, de dama, de princesa. Era melodioso y musical. Era un nombre elegante, sin duda. Por eso, cuando le dieron en blanco su tarjeta identificativa, escribió Lolita. Prefería oír decir a los críos que Lolita les había servido su Happy Meal, con su hamburguesa, sus patatas fritas, su bebida y su regalo, siempre con una sonrisa.
Lolita trabajaba en un antro de comida rápida y atendía a niños que, si no tenían sobrepeso, lo tendrían dentro de muy poco. Carolina era la de la carrera en Biología y los dos masters. La reina, la dama, la princesa. La del nombre elegante, y melodioso, y musical...
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