Las cruces de mi espejo
Tienen los días contados
Porque ya no dejo a las arañas
Subir por la barandilla de la escalera.
Los complicados puzles sentimentales
de mi pastel de cumpleaños
se están oxidando en las fotos
de los álbumes de color sepia.
Ninguno de ellos tiene razón
y sin embargo
todos saben que es verdad.
Las huellas del gigante se han quedado
clavadas en el cemento
en el que planté mis hortensias.
Mira que las cartas ya decían,
que no era buen momento.
Esta llave que dicen que lo abre todo
se quiebra como el cristal cada
vez que se estrella una lágrima
contra el suelo.
Desde ahí arriba me están mirando
los insensatos talones de los calendarios
que se han empeñado en seguir pasando.
Yo les hablo
o más bien les ruego
en un idioma extraño
que ni mi propia lengua entiende.
Cuando intuición e inspiración deciden
fumarse mis intentos en pipa
yo devoro su humo a bocanadas.
Soy un pez que pierde la vida
en burbujas sin nombre.
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