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lunes, 5 de abril de 2021

¿Vivo o muerto?





 




Como La novia cadáver con sus mejores galas 

O un putrefacto monstruo de Frankenstein 

Se erige junto a la orilla de la playa, 

nunca derribado, nunca reformado, 

nunca destruido, nunca estrenado, 

un monumento al despilfarro. 


Cubierto de telarañas de alambre, 

tatuado de grafitis, 

desprovisto de un antiguo esplendor 

que todos hemos olvidado. 

Fue un hotel, según me han dicho

Ahora es un souvenir barato 

Una foto simpática 

Refugio de gatos y borrachos 


Un gato, concretamente, me trae a la memoria

este triste edificio moribundo. 

Su alma en pena me recuerda

a la de un felino interrogante, 

de un experimento impronunciable. 


Vive, y muere a la vez. 

Permanece por toda la eternidad 

en ese doloroso, monstruoso 

estadio intermedio. 

Nadie comprende su dolor. 

Nadie lo oye llorar, añorando su pasada gloria. 

Su cemento baila sobre arenas movedizas, 

sostenidas tan solo por el agua y la sal. 


Y una triste, patética metáfora, 

se me aparece, repentina. 

Sombra de lo que fuimos, 

emblema de una España perdida, 

enferma de hormigón y ladrillo. 

Fiebres constructoras, 

hiperurbanas. España vacía. 


Eco de lo que alguna vez que me contaron. 

Una época en que la tierra 

manaba leche y miel. 

Una época salvaje disfrazada de sol

con faldas de neón.


Sombra de lo que fuimos. 

Hotel desdichado. 


Ojalá alguien ponga pronto 

fin 

a tu sufrimiento. 




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