Veo literatura.
La veo, por todas partes.
En el skater de ojos hundidos y amoratados que casi me tira al suelo al pasar por mi lado.
En ese reloj impertinente que para ir a clase me mete prisa. ¡Llegas tarde!
En tu risa.
En esas rocas imponentes, serias, que se alzan cantando a Dios, rezumando incienso. En las torres.
En tu pelo.
En la curva fantástica y terrible de una rodilla. En la media negra que la cubre.
En los cipreses, abedules, álamos, rosales.
En las nubes.
En el pitillo que te haces antes de entrar. En tus colgantes de odalisca (sin harén).
A media tarde, en el café. Por la mañana, en ese sueño que interrumpen
las campanas.
Bendita locura.
¡Veo literatura!
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