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sábado, 8 de mayo de 2021

Picnic

 Siento un sol en mi pecho,  

electrizando mis entrañas.

Por primera vez, no me cuesta ser yo. 

Por primera vez, no me duele ser yo, 

y no tiño de surrealismo de mis poemas. 


Esta no es una estampa absurda. 

Esto no es Fernando Arrabal. 

No es denuncia política, ni crítica social, 

de ningún tipo. O quizá sí, porque lo personal 

también es político. De alguna forma


Es un boceto sencillo. 

Es una escala mayor, 

sin sostenidos, ni bemoles, 

ni arpegios apagados. 

Es la vida misma. 


No sé cómo no me di cuenta. 

Solamente había que unir los puntos. 

Cerrar los ojos, dejarse caer 

en unas manos amigas. 


Ningún ideal tiene valor, si para alcanzarlo se rompe la amistad. 


Láminas verdes, como vegetales copos de miel, 

rociados de luz, caen a mi alrededor. 

Mis mechones se enredan con la brisa. 

A veces es lícito mostrarse frágil. 


Sol fuera y sol dentro de mí.

Prima - vera: 

veo de verdad por vez primera.


Siento las dudas, y no me escuecen. 

La luz cura mis heridas. 

Las briznas de hierbas son un bálsamo

para mi alma. 


Y dos iris de vidrio tintado, 

¿qué miráis? 

Agua en calma. 

Paz en tiempos de pandemia. 

Una tregua. 


Instantes perfilados por la certeza, 

y no por la sed. 

Ajena a mí quedaron las ansias de algo eterno, 

algo etéreo, algo espiritual. 

Existe una rara identidad entre el espíritu y la carne.

Pero solo la ves tú. 


Tú, desconocido, 

tú, encontrado, 

tú, rosal de bondades sin nombre. 

Delicia de las yemas de mis dedos. 

Ensoñación jamás soñada. 

Camino por recorrer. 

Tinta de mi voz, llena de pétalos. 

Esencia revelada. 


No deseo la hipnosis, 

el relativo consuelo de los fármacos. 

Deseo vivir, con todas sus consecuencias. 


A veces, vivir es solamente, 

un picnic bajo un árbol en un parque cualquiera, 

con la luz del sol dorándonos las pestañas. 











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