Como la humilde margarita de corola blanca y frágil tallo
me estuve queda entre las briznas de hierba.
Como el vulgar diente de la africana fiera
oculté el corazón al sol de mayo.
Fueron mis amigas aquellas hierbas silvestres
despreciadas por todos los raudos conductores,
los viandantes, sin embargo, encantadores
encuentran los tachones de color en los arcenes.
Casi nadie, con las prisas, ya se detiene,
a observar el color, a admirar el vuelo,
de una falda roja sobre un cuerpo verde,
y una tiara negra que encubre deseos.
"No soy majestuosa ninfa del estanque",
le digo a quien quiera escuchar.
"Nenúfar y lirio, los aborrezco,
no saben una tarde animar"
"No perfumo dormitorios,
y en la adversidad florezco.
Dicen que soy una ingrata"
"Pues, cuando me arrancan
del suelo perezco,
que yo no soy rosa o lavanda."
Abres tus ojos al mundo
en un microinstante perfecto.
Armónica sinfonía de aire rojo.
Amapola, no te sobra un pétalo
Amapola, tu llanto oscuro
traerá esperanza a este mundo nuestro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario