Vistas de página en total

6478

lunes, 30 de septiembre de 2019

Manifiesto que he vivido

Déjame hablar
No pretendas sedarme, congelarme y cortarme en taquitos
para venderme en tus supermercados conceptuales.

No me llames
uno de esos nombres inventados por ti.
Qué más da si Laura, Dafne o Beatriz

Nada cambia esencialmente.

Si me metes
en ese molde hinchable con zapatos de purpurina
o si tengo corales en los labios y oro pajizo en el pelo
es lo mismo.

Prefieres
desvaída tez o bronceado de cabina
ala de cuervo o rubio aplatinado
tuberculosa o con la cara lavada

porque a ti el maquillaje no te gusta
hasta que ves a una mujer recién levantada.

Y seré yo la caprichosa...

¿Es mucho pedir?
Salir sin miedo a bailar el tango
y volver a casa a salvo.
Elegir una prenda más o menos sinuosa,
porque no, la transparencia no es para ti.
Ser ninfa y no laurel, una noche,
y otra, y otra más.
Sin que temamos que nos conviertan
en una de esas crueles fantasías
pornográficas
en las que nosotras tenemos poco que decir
y mucho que tragar.

¿Es mucho pedir ser libre?
¿Es mucho pedir ser mía, tremenda,
irremediable e incomensurablemente
mía?

Sin oír en las noticias, tras una semana,
desaparecida,
las inservibles consignas feministas.
Porque una más duerme esta noche
privada del dulce hálito de la vida.



No hay comentarios:

Publicar un comentario